HA MUERTO NATALIO PURAS

HA MUERTO NATALIO PURAS, APECO ANDA POR AHÍ

El arte fotográfico nacional y el arte dominicano entero está de duelo: Ha muerto Natalio Puras. Apeco, poeta de la luz y como lo bauticé en una ocasión en que nos pechamos en la 30 de Marzo de Santiago “Zurcidor de luciérnagas”, todavía anda por ahí con su cámara como fusil a cuestas.

Este provocador que a sus más de setenta años se veía tan atrevido y juvenil, flaco y sonriente, aunque herido de años y de penas, tuvo los dedos del Rey Midas de transformar lo pintoresco, cotidiano, costumbrista y hasta lo vulgar, en arte fotográfico de primera calidad.

Impresionista, expresionista, poeta de la forma, maestro, como Rembrandt, del claroscuro, era también un pescador de imágenes, sutil a veces, insolente otras, que buscaba captar el momento, el instante atrapado en el lente.

Resuenan todavía sus palabras al recibir hace unos años un reconocimiento y la puesta en circulación de una antología fotográfica, seleccionada cuidadosamente por Fonso Koury en el Centro León,: “ El mundo en que vivimos está lleno de muros de incomprensión y de tambores de guerra”, como gritándonos la fototragedia que veían sus ojos en el mundo actual, indolente y bélico.

Apeco asistió y utilizo todos los cambios tecnológicos del arte fotográfico de los últimos cincuenta años. Etapa crucial del desarrollo de las técnicas de captación y fijación de imágenes que comenzaron los hermanos Daguerre. Se sabía las marcas de todas la cámaras y sus capacidades y, como un hábil catador de vinos, sabía cual era la apropiada para cada toma.

Supo asumir, acaso como nadie en la nación dominicana, los cambios tecnológicos, el salto a la era digital, los medios avanzados de la impresión y siempre, supo salirse con la suya como esteta, como provocador, diciendo lo suyo con la imagen y, en pocas palabras haciendo lo que le daba la gana en materia fotográfica.

Nos dejó a su paso por estas dimensiones no solo su arte, su obra fascinadora y fascinante colgada en las paredes, acaso como siempre será mas apreciada después de su muerte, pero también servirá de inspiración y estímulo a los demás fotógrafos cultivadores del arte de la luz, para crear escuela e imitar, dentro de lo humanamente hacedero, la huella de este hombre siempre alegre, animador, y buen amigo, sin poses y quijotescamente sencillo.

Ya ha huido hacia la luz ante la llamada imperiosa del Eterno. De seguro al llegar, pedirá una cámara.